Hace un par de semanas estuve en
el congreso de la FEP. Durante la primera sesión hubo acaloradas
participaciones de algunos compañeros universitarios que buscaban imponer una
propuesta de manera autoritaria, ante la forma como los estudiantes plantearon
su propuesta, en el auditorio se podía sentir una atmósfera densa de malhumor
que desencadenaría intensas discusiones
que venían de un lado a otro, el moderador de la mesa directiva (quien conducía
el congreso y debía de mantener orden)
se mostró cada vez más débil ante la arremetida paulatina de los universitarios
que cuestionaban la forma de su proceder y de cómo se estaba llevando a cabo el
congreso. Todo moderador de alguna actividad o evento debe mantener una
conducta coherente, ecuanimidad y un discurso compacto tanto de forma como de
fondo. No tardó mucho para que se escuchen agravios, ya el asunto se había
puesto de mal en peor. “Hay fuertes emociones que se presentan inesperadamente,
estas dominan e influyen en nuestro comportamiento”. Esta tesis es reafirmada
entre muchos especialistas, por el psicólogo Daniel Goleman. Según este autor:
“la inteligencia emocional permite tomar conciencia de nuestras propias
emociones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y
frustraciones que se soportan en el día a día; así como la capacidad de
trabajar en equipo y adoptar una actitud empática y social, que brindará más
posibilidades de desarrollo social”. Conclusión: todo líder debe ser
inteligente emocionalmente hablando, no basta que tenga un coeficiente
intelectual alto. Se necesita de ambos, pero más de la inteligencia emocional,
ya que según Goleman representa el 70% del éxito en la vida de una persona,
dejando el otro 30% en sus habilidades intelectuales, oportunidades, apoyos,
etc. La inteligencia emocional por tanto implica básicamente sentir, entender y
controlar las emociones propias y ajenas, con el fin de solucionar asuntos y/o
problemáticas que vienen suscitando en la vida de la persona. Hay una cita
antiquísima de Lao Tsé que pronosticaba este hecho científico, y dice lo
siguiente: “El hombre que domina a otros es fuerte, pero él que se domina así
mismo es poderoso”. Que tengan buen día amigos lectores.
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