La recientes del vocablo autoestima trae consigo imprecisión
en cuanto a su compresión, por ejemplo la
definición del DRAE dice: “Valoración generalmente positiva de sí mismo”
¿por qué generalmente, habrá acaso un momento en donde no se haga esa
valoración? Con esta redacción la real academia da entender que no siempre es
positiva, la autoestima SIEMPRE tiene que ser positiva sino donde estaría la
autoestima si solamente sería por temporadas. En el diccionario Larousse dice
acerca de autoestima lo siguiente: “Aprecio, valoración y estima que tiene una
persona por sí misma”. Sin pensarlo mucho se puede distinguir claramente que
definición tiene mayor precisión. Ahora el exceso de autoestima es el EGO sin embargo al ego se le califica inapropiadamente
en el habla popular diciendo por ejemplo: Juancito tiene mucho ego. El hablante
califica el sustantivo ego, cosa que no debe ser,
se debería evitar porque de por sí la condición del ego es una excesiva
valoración, es redundante dicho ejemplo pero como dice Martha Hildebrandt: “El
uso es el soberano de la lengua”. Considerando esta expresión podemos abordar
una gran reflexión, ya que actualmente lo común, lo de muchos, lo abundante
termina siendo normal, la normalidad hablando estadísticamente se considera
como tal por la mayoría. Entonces cada es más normal la falta de valor por
ejemplo la puntualidad, responsabilidad y el compromiso. Actualmente se tiende
a ponderar esos valores antes mencionados porque no abundan, estos escasean y
parece ser que para la sociedad ya es normal. Porque toleramos la informalidad,
toleramos la falta de valores, toleramos la injusticia; basta ya normalizar tonterías
estas condiciones no nos permiten desarrollarnos como sociedad, esta
preocupación no nos debe conducir a la lamentación, al contrario debe
conducirnos a la acción.
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